JOSÉ TIPO DE JESUCRISTO y COMENTARIOS
Prologo
Leer la historia de José, hijo de Jacob desde el capítulo 37 del libro de Génesis, puede cautivar y agradar a cualquiera. Hay que reconocer que es una historia maravillosa donde demuestra la misericordia de Dios hacia los que le temen; y como Él cumple con su promesa de Romanos 8.28 que dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Ya que este era un plan de Dios a largo plazo para salvar a esta familia del hambre que habría en el futuro. Este relato debería ser leído por los padres a los niños, o darlo como tarea a los más grandecitos, y relacionarlo luego como un tipo de Jesucristo, cuyas coincidencias se expondrán al final.
Posiblemente en algún momento tuvimos la oportunidad de leer, u oír algún comentario sobre José y cómo sus hermanos lo odiaban, debido a que Jacob su padre lo amaba más que a todos ellos, por ser el hijo que tuvo en su vejez de Raquel la mujer de su primer amor, la cual amaba mucho. Luego ese odio de los hermanos se acentuó cuando José, tuvo unos sueños que daban a entender que sus hermanos se inclinarían ante él, o señorearía sobre ellos. Esto molestó aún más a sus hermanos los cuales comenzaron a aborrecerle, primeramente por la preferencia que tenía su padre hacia él, y luego por los sueños que había revelado.
José odiado y vendido.
En una oportunidad que Jacob no tenía noticias de sus hijos, ya que estaban pastoreando sus rebaños en lugares muy distantes, con el fin de hallar buenos pastizales para las ovejas, envió al joven José que en ese tiempo tendría como unos veinte años, con el fin de tener noticias de ellos. La preocupación de Jacob era porque en ese tiempo había bandas armadas, que robaban rebaños y mataban a los pastores. Cuando los hermanos de José lo vieron venir de lejos, conspiraron contra él para matarle.
Como Dios es él que tiene el control de todo y sus ojos están sobre aquellos que tienen un propósito específico en sus planes, usa a Rubén el mayor de ellos para disuadir a sus hermanos, aconsejándolos de no derramar su sangre, sino de echarlo en una cisterna vacía y sin agua que estaba en ese sitio. Seguramente esto era con el fin de hacerlo volver a su padre. Tampoco Judá era del parecer de matar al Joven y estaba pensando que al no poder salir de esa cisterna de todas maneras moriría.
Mientras ellos comían vieron una caravana de ismaelitas que iban a Egipto, rápidamente Judá a fin de no enfrentarse directamente con sus hermanos al tratar de librarlo, y crear un conflicto entre ellos sugirió, de venderlo a esos ismaelitas. (Para evitar que de todos modos el joven muriera de inanición en esa cisterna al abandonarlo). Seguramente él pensaría que de esa manera tendría una oportunidad de seguir viviendo; Sus hermanos convinieron con él y lo vendieron por veinte piezas de plata.
Parece ser que al momento de decidir y efectuarse la venta de José a los ismaelitas, Rubén que había sugerido de echarlo en la cisterna no estaba presente, por estar atendiendo su rebaño; ya que probablemente su segunda intención era la de liberarlo, cuando los demás se alejaran de ese lugar sacándolo de la cisterna.
En efecto cuando él volvió a la cisterna, y no halló a José dentro, no sabiendo de su suerte y temiendo lo peor (la muerte del joven) en signo de dolor rasgó sus vestidos. Ya que siendo él mayor de ellos, la responsabilidad caería sobre él. En efecto al decir: -¿adónde iré yo?- da a entender que en el futuro al descubrirse la conspiración el mayor responsable hubiera sido él. Por eso que no compartía con los demás ni de matarlo ni de abandonarlo, como también era el sentir de Judá. Los dos querían librarlo de las intenciones de los otros hermanos.
Con la desaparición física de José, que ahora estaba en poder de los ismaelitas, ya no había más oportunidad de devolverlo a su padre Jacob, solo restaba como dar cuenta de su desaparición, así que degollaron un cabrito y tiñeron con esa sangre la túnica de colores que su padre le había hecho. En “Génesis 37.32 dice: “y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no”. Al decir “que la enviaron” da a entender que posiblemente encargaron para eso a uno de los jornaleros, ya que ellos no tenían el valor de presentarse, y dar la cara frente a su padre, ni de ver su reacción al sentirse culpable de lo sucedido por haber enviado a José para recibir noticias de ellos.
La revelación de Dios a Rebeca de sus hijos
Antes de seguir con este relato, es el momento oportuno para hacer un comentario sobre como Jacob fue engañado por sus hijos, no fue informado de lo sucedido, ni tuvo revelación alguna de parte de Dios sobre este asunto. Aun siendo él un escogido desde el vientre de su madre, y padre de una gran nación. Él llevó el dolor por la supuesta pérdida de su hijo José por casi veinte años. ¿Por qué todo esto y por tanto tiempo sin tener una revelación de parte de Dios? La probable razón es: que lo que uno siembra eso también siega. En ese momento de dolor él estaba cosechando lo que había sembrado.
La historia nos relata, claramente que Rebeca esposa de Isaac, habiendo concebido, ella notaba como que había una lucha en su vientre, razón por la cual fue a consultar a Dios, el cual le aclaró diciendo: “Dos naciones hay en tu seno, dos pueblos divididos desde tus entrañas. Un pueblo será más fuerte que el otro pueblo y el mayor servirá al menor”. Dicho en otras palabras el menor sería el más bendecido de parte de Dios y sería el heredero de las promesas que le fueron hechas a su abuelo Abraham.
Como se esperaba Rebeca dio a luz dos hijos el primero fue Esaú el cual era velludo (con mucho pelo) como una pelliza, luego nació Jacob y este al contrario de su hermano era lampiño. Los niños crecieron y Esaú fue un hombre diestro en la caza, mientras Jacob era quieto y más dedicado a las cosas del hogar. Esto produjo que Isaac amara más a Esaú por la caza que traía y comía de ella; mientras Rebeca estaba más en contacto con Jacob que seguramente le ayudaba en algunos quehaceres de la casa y por supuesto le amaba más.
Es probable que en esos largos días de invierno con lluvias y nieve, tanto Isaac como su madre al calor del fuego relataran a sus dos hijos acerca de las maravillosas promesas que Dios le hizo a su abuelo Abraham, para sus descendientes. Y de como Dios bendijo grandemente a su abuelo, cuando le pidió que sacrificara a su único hijo, que ahora era su padre; en la tierra de Moriah, y al momento de degollarlo oyó una voz de cielo que lo detuvo. Luego la promesa de bendecir y multiplicar su descendencia como el polvo de la tierra; añadiéndole que si se podía contar el polvo de la tierra, también su descendencia podría ser contada.
Seguramente les contó la hermosa historia de cómo Dios guió a Eliezer, siervo de su abuelo para buscarla a ella (Rebeca) para llegar a ser su madre. Todos estos relatos donde se veía la poderosa mano de Dios obrando, entusiasmaban mucho a Jacob y como las promesas pasaban de padre al hijo primogénito, él anhelaba poder ser el sucesor de esas promesas divinas. Sin embargo él sabía que su hermano era el heredero legítimo de esas promesas que él aspiraba; aunque el notaba que su hermano Esaú veía estos ofrecimientos de Dios con cierta indiferencia.
Esaú desprecia y vende su primogenitura
Posiblemente Jacob al notar esta indiferencia, un día quiso aprovechar la oportunidad para obtener lo que él deseaba, ser el heredero de las promesas. En una oportunidad que Esaú regresaba del campo cansado, olió el guisado, que su hermano había preparado, y le pidió que le diera a comer de ese guiso; y Jacob le propuso a que a cambio le vendiera su primogenitura. Esaú midió el hambre que traía, contra algo intangible como era su primogenitura, y aceptó el trato; porque de todas maneras nadie le podía quitar la realidad de ser el primogénito. A todo esto Jacob le exigió que se cerrara el pacto jurándole que se la vendía, y Esaú le juró, vendiéndole así a Jacob su primogenitura. Jacob le sirvió a Esaú pan y el guisado, así que él comió bebió se levantó y se fue. Menospreciando así Esaú su primogenitura.
Lo primero que Esaú pensaría al salir de allí fue: que su hermano tenía que estar trastornado, ¿Por qué acaso eso era algo que se podía vender? yo siempre seguiré siendo el primogénito; eso es algo que no se puede cambiar. Humanamente el razonamiento de Esaú era correcto, el seguía siendo el primogénito porque nació primero. Pero el que está en los cielos, vio su actitud y la tomó en cuenta. El hecho que él despreciara su primogenitura, Dios lo había visto desde antes que él naciera tanto su indiferencia como el rechazo. Y también conocía el deseo de Jacob, de ser el heredero de las bendiciones prometidas a su antepasado. Fue por eso que Dios le dijo a Rebeca que el mayor serviría al menor.
Aunque humanamente nada había cambiado, y Esaú seguía siendo el primogénito, en el cielo estaba determinado que a Jacob se le concedería el deseo de su corazón; él sería el heredero de las promesas de Dios dadas a su abuelo Abraham y Dios se encargaría de la manera como eso se llevaría a cabo.
Sabemos que en este mundo nadie es perfecto, muchos de nosotros aunque somos hijos de Dios, decimos que creemos confiamos y dependemos él; sin embargo en muchos casos actuamos por nuestra propia cuenta porque creemos que esa es la manera más segura. Siempre pensamos que Dios es muy lento en actuar y hay que ayudarlo poniendo nuestras ideas y actuando con lo que nos venga a mano, aun a veces con métodos ilícitos por no esperar en él.
Isaac decide bendecir a su primogénito Esaú.
Cuando Isaac envejeció ya no veía, y seguramente tampoco oiría muy bien. Un día le dijo a Esaú que saliera a cazar y le hiciera un guisado como a é le gustaba para que luego de comer le diera la bendición de Dios; para perpetrar de padre a hijo las promesas y bendiciones dadas a su padre Abraham por Dios. Seguramente Isaac había olvidado lo que Dios le dijo a su mujer, que el mayor serviría al menor. Rebeca que estaba presente oyó las instrucciones de su esposo dadas a Esaú su hijo mayor. No sabemos si recordó la profecía, o relacionó lo que Jacob le contaría, de cómo le había comprado la primogenitura a su hermano. Lo cierto es, que rápidamente su mente concibió un plan que envolvería también a Jacob para que la bendición divina fuera para su hijo menor.
Por lo que concierne a Esaú, él ni corto ni perezoso sabiendo que una primogenitura no se podía quitar ni traspasar con palabras o con un juramento, apartando de su mente ese convenio el juramento hecho a Jacob, siguió las directrices de su padre y sale a cazar algo para ese guisado especial, sin tomar en cuenta que Dios había observado cómo él había tomado en poco su primogenitura.
Viéndolo del punto de vista humano todo dependía del factor tiempo, en que Esaú tardaría en traer la caza para el guisado que su padre quería, para que la bendición saliera de sus labios. Para Isaac, Rebeca, Jacob y Esaú, ya no era Dios el que iba a determinar cuándo, cómo y a quien; sino de Isaac y Esaú. Viendo su madre que el tiempo apremiaba, quiso que a Dios “se le facilitara todo” para que Isaac fuera el canal de bendición para el “nuevo y amado primogénito Jacob”.
La trama adelantándose a la promesa de Dios.
Analizando lo que Dios le dijo a Rebeca: Él le aclaró que en su seno habían dos naciones las cuales estarían divididas desde sus entrañas; y que un pueblo sería más fuerte que el otro pueblo, y que el mayor serviría al menor. ¿Sabía Rebeca cuál era el menor de sus dos hijos? ¿Le referiría ella a Isaac su esposo lo que Dios le había revelado que el mayor serviría al menor? Lo único y lo más sensato que ellos tenían que hacer era esperar que Dios actuara llevando a cabo lo que había prometido. ¿Será que pensaron que a Dios se le estaba escapando las cosas de sus manos, o que ya no iba a poder cumplir lo que había prometido, debido a que Isaac había tomado otra decisión? ¿Sería posible que después de aclararle a Rebeca lo que acontecería ahora no iba a poder cumplir esa promesa? O ¿será que Dios no tomó en cuenta el menosprecio que Esaú tuvo por su primogenitura, y el ardiente deseo de Jacob de ser el primogénito? Él vio eso antes que Esaú naciera, y como Jacob anhelaba esa bendición. Todas estas incógnitas se contestan por si solas.
Comenzaremos diciendo que al momento de nacer, todos conocían lo que Dios le había revelado a Rebeca. Pero para ellos, lo más relevante en ese momento de la revelación, era que nacerían dos varones representando a dos naciones. La otra parte “que el mayor serviría al menor “para el momento que los niños ni siquiera habían nacidos era secundario. Después de unos treinta años, que ya eran hombres lo que Dios dijo se había olvidado completamente. Esto es un problema muy común entre nosotros los humanos de olvidar lo que Dios dijo, reveló, o que hará; siempre caemos en eso que el tiempo borra las promesas de Dios.
La urgencia del caso estaba ahora condicionada según ellos, al tiempo que demoraría Esaú en encontrar la presa, cazarla, regresar con ella para preparar el guisado. Esto puso a Rebeca en una situación de nerviosismo, había que hacer algo, posiblemente razonando entre sí, pensaba que esa bendición le pertenecía a Jacob por dos razones, por la profecía revelada por Dios; y por el juramento que Esaú le hizo al venderle su primogenitura. Sin embargo ella vio que Esaú no estaba dispuesto a cumplir el juramento que había hecho a Jacob, Primero por no decirle nada a su padre que ese derecho se lo había cedido a su hermano Jacob, y segundo por haberse él encaminado al campo para buscar la caza que había de traer.
A fin de no omitir ningún detalles de este lamentable comportamiento de Rebeca y Jacob, los cuales actuaron con engaños y mentiras, Se trascribe toda esta historia como lo relata la Palabra en Génesis 27, donde mayormente resalta la desconfianza humana hacia las promesas de Dios. No respetando al esposo y padre y aprovechándose de la situación en la cual se encontraba Isaac por sus impedimentos físicos, (que posiblemente se debía a su afición en comer tanta carne “como a él le gustaba”) ni teniendo temor de Dios al utilizar engaños y mentiras para un objetivo espiritual; y mostrar una total desconfianza pensando que Dios ya no podía cumplir con lo que había revelado, por las circunstancias de cómo se estaban desarrollando las cosas.
(Nada de todo esto es comparable a aquel Abraham que hasta el último momento estuvo dispuesto a sacrificar su hijo Isaac confiando en la promesa dada por Dios, que en Isaac le sería levantada descendencia. Y aun sacrificándolo creía que Dios sería poderoso de levantarlo aún de entre los muertos para cumplir con su promesa; por eso Dios lo amó tanto y lo detuvo cuando estaba a punto de degollar a su hijo.)
Isaac engañado por su hijo Jacob.
Génesis 27.6-29 “Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: Tráeme caza y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga en presencia de Jehová antes que yo muera. Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando. Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta; y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de su muerte. Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mí hermano es hombre velloso, y yo lampiño. Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. Y su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz y ve y tráemelos. Entonces él fue y los tomó, y los trajo a su madre; y su madre hizo guisados, como a su padre le gustaba. Y tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor; y cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, con las pieles de los cabritos; y entregó los guisados y el pan que había preparado, en manos de Jacob su hijo”.
“Entonces éste fue a su padre y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas. Entonces Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la hallaste tan pronto
hijo mío? Y él respondió: Porque Jehová tu Dios hizo que la encontrase delante de mí. E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, por si eres mi hijo Esaú o no. Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú. Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo. Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y Jacob respondió: Yo soy. Dijo también: Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga; y Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió. Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren Y benditos los que te bendijeren.
La consecuencia del engaño y de no esperar.
Todo este relato de Isaac, Rebeca, Jacob y Esaú ha sido con el fin de poder entender como se dijo anteriormente el motivo por el cual Jacob tuvo que recibir ese engaño de parte de sus hijos sin ser advertido por Dios; por no haber esperado en Él y engañar a su padre mintiendo. Él tuvo que llevar el dolor de la supuesta pérdida de su hijo José por casi veinte años. Nos preguntaríamos ¿Por qué todo esto y por tanto tiempo siendo él un escogido en el plan de Dios? La probable razón es: que lo que uno siembra eso también siega. En ese momento de dolor él estaba segando lo que había sembrado, aun siendo él un escogido desde el vientre de su madre, y padre de una gran nación. Todo por no esperar y confiar en Dios para el cumplimiento de sus promesas.
Regresando al tema que se está desarrollando acerca de José y lo que aconteció en ese tiempo. Se espera primeramente que a ninguno se le ocurra ni remotamente pensar que ese plan de Rebeca y su hijo Jacob era el medio que Dios tenía para que se llevara a cabo su plan de bendición prometido a Abraham utilizando a Rebeca y Jacob con engaños y mentiras seguramente Dios tendría un plan diferente.
Aunque Dios amaba a Rebeca y a Jacob, al estar ellos afanosos, y actuar de esa manera engañosa y no esperar que Dios actuara, esto no los libraría de un castigo para ambos. En cuanto a Rebeca, cuando ella supo que Esaú se consolaba en dar muerte a su hermano, a la muerte de su padre, por “robarle la bendición patriarcal del primogénito,” (aunque él la despreció vendiéndosela por una comida) aconsejó a Jacob de refugiarse donde su hermano Labán en Harán, “para que no fuera privado de ambos hijos en un día”. Pues desde que Jacob salió con el consentimiento de su padre Isaac de Beerseba para Harán, Rebeca no volvió a ver más al hijo que ella amaba, por cuanto no lo supo aconsejar para que esperara que Dios cumpliera la promesa a su debido tiempo.
Por lo que respeta a Jacob, primeramente cayó en mano de un experto del engaño, su tío Labán. Al llegar donde su tío este lo recibió con mucho cariño y estuvo allí un mes ayudando a su tío, después de lo cual le dijo a Jacob: - no quiero que me sirvas de balde, dime cual será tu salario. Tenía Labán dos hijas, Lea y Raquel, Jacob se había enamorado y amaba a Raquel, así le dijo a su tío sin tapujos: te serviré siete años por tu hija Raquel, y Labán consintió con el trato.
Sirvió pues Jacob a Labán siete años por su hija Raquel y le parecieron pocos días, porque la amaba. Al cumplirse el tiempo establecido le pidió a Labán que le diera a Raquel para unirse con ella. Labán según la costumbre hizo un banquete para festejar el evento, y llegada la noche tomó a su hija Lea y en la oscuridad de la noche se la entregó a Jacob el cual se acostó con ella. Al llegar la luz del día vio que era Lea, al reclamarle a Labán por el trato, él le explicó que no era la costumbre en ese lugar dar la menor antes de la mayor, así que cumpliera estando con ella la semana completa, y luego se le daría también a Raquel por otros siete años de servicio. Así comienza el primer cobro del engaño hacia su padre Isaac. Según relata el mismo Jacob su tío a parte de lo de Lea y Raquel también le cambió su salario diez veces. Como se puede notar aunque Dios ame a los que son suyos, todo lo que uno siembra eso también le hace recoger.
Un nuevo engaño para Jacob.
Regresando ahora a ese momento cuando Jacob fue engañado por sus hijos, ¿no fue acaso lo mismo que él hizo cuando engañó a su padre Isaac con la piel de un cabrito, haciéndose pasar por Esaú? ¿Fue casualidad, que sus hijos hicieran lo mismo, utilizando un cabrito, mintiéndole y engañándolo con la suerte de José? Así lo hizo él descaradamente diciéndole a su padre Isaac, “que Dios había puesto el animal para el guisado delante de él”, habiéndolo él tomado del corral. Sus hijos posiblemente no quisieron ver la angustia de su padre ya que la palabra dice que “le enviaron (probablemente por un jornalero) la ropa de colores que le había hecho a José teñida con la sangre de un cabrito”.
Aun siendo Jacob parte de un plan Divino, y un medio de bendición para la conformación de la nación de Israel, esto no lo facultaba para actuar con engaños. Dios es Justo y Santo y exige que los que se allegan a Él también lo sean, y no dejará de castigar a los que no andan según sus ordenanzas. Jacob había actuado mal y estaba siendo pagado por sus hijos con la misma moneda de engaños y mentiras, no fue prevenido, ni tuvo revelación alguna de parte de Dios sobre este asunto aun siendo él parte del plan de Dios; porque todo lo que el hombre siembra eso también segará.
José es vendido en Egipto a Potifar.
En cuanto a José que fue vendido por sus hermanos a los ismaelitas, estos a su vez lo vendieron en Egipto a Potifar un oficial de la guardia real de Faraón. Este viendo que Dios estaba con José y todo lo que hacía prosperaba, le entregó en su poder todo lo que tenía. Y Dios bendijo grandemente la casa del egipcio a causa de José, y Potifar no se preocupaba de cosa alguna sino de lo que comía. Todo lo administraba el Joven hebreo.
Con el pasar del tiempo y estando José encargado de toda la casa, tanto de las necesidades de su amo, como las de su esposa; viendo ella que José era de hermoso semblante y bella presencia lo invitó a dormir con ella. José respetuoso de todo lo que pertenecía a su amo no quiso; alegando que su amo le había entregado todo a él, y no le había reservado nada, sino a ella por cuanto era su mujer. Después de darle esta digna explicación le agrega la parte que más le inquietaba: ¿Cómo pues haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? En ese tiempo no había sido dada la ley, pero siempre ha existido en el hombre una ley escrita en su corazón, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos.
Aunque José respetaba tanto su amo como a su mujer, no hubiera sido un problema ocultarse de él, en el caso de dormir con su mujer. José sabía que su amo debido a las responsabilidades con el gobierno, no estaba mucho tiempo en casa; Pero su problema no era ese, sino el de ofender y pecar contra Dios, ya que de acceder a la pretensiones de ella; luego se arrepentiría y sus pensamientos le recriminarían, preguntándose luego: ¿Dónde se escondería de aquel que todo lo ve?
El recordaba muy bien, que al dormir su hermano Rubén con Bilha, concubina de su padre se envileció y luego a causa de eso perdió también su primogenitura. Así se expresó más adelante su padre Jacob, cuando reunió a sus hijos antes de morir para decirle lo que acontecería en el futuro con ellos. De Rubén dijo: “Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; Principal en dignidad, principal en poder Impetuoso como las aguas, no serás el principal, Por cuanto subiste al lecho de tu padre; Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.
Acoso de la esposa de Potifar a José.
Un día en el cual no había nadie de los de la casa, y no habiendo obtenido de parte de José una respuesta positiva a sus frecuentes invitaciones de estar con ella, la mujer lo agarró diciendo: duerme conmigo, a lo que él le dejó su ropa en las manos y huyó. Al verse ella despreciada de esa manera y con la ropa en sus manos, lo que vino a su mente fue vengarse gritando y diciendo a la servidumbre y a su esposo cuando regresó: que el hebreo que él había traído fue a ella para deshonrarla. Cuando el amo oyó la versión de su mujer acerca de lo que supuestamente había acontecido y con la prueba de la ropa que su esposa le mostró, se enfureció y lo puso en la cárcel donde estaban los presos del rey.
La Palabra de Dios no da detalle solo resume de todo lo que aconteció después. No sabemos la actitud de Potifar con José, si le castigó con látigo como era de costumbre con los esclavos, si el amo le concedió la oportunidad de poderse defender o no, la Palabra no relata estos detalles. Sin embargo es posible que la orden fue: búsquenlo, azótenlo, y llévenlo a la cárcel, sin darle oportunidad alguna de defensa. Sabemos que todo estaba bajo el control de Dios, porque como se citó al principio en Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Ya que de no haber sido por la insistencia de la esposa de Potifar y la firmeza de José, no hubiera llegado él a la cárcel donde se relacionaría con alguien que estaría en contacto directo con el rey como el copero que le servía vino. Para que este le hablara de él al Faraón, diciéndole como Dios lo había dotado a José para revelar sueños, y de esta manera Dios se glorificaría en él.
José en la cárcel por la acusación de la mujer de Potifar.
Estando en la cárcel seguramente la voz del enemigo hizo acto de presencia en su mente, insinuándole “¿y qué hace el Dios al cuál tu teme y no te ayuda? Tú no has hecho nada malo, ¿por qué tus hermanos se ensañaron en contra tuya, y aun llorando y rogándolos no te oyeron? Y ¿Por qué el Dios a quien tu temes no hizo nada para librarte y regresar a tu padre? Ahora tú estabas bien en ese lugar, y todas las cosas de tu amo estaban en tus manos, hasta el corazón de su esposa era tuyo, si las hubiera complacido no estarías aquí y hubieras seguido siendo el mayordomo absoluto de toda su casa y hasta de su esposa. Por estar sumiso a ese Dios a quien tú temes y no te ayuda, es que estás ahora en este lugar. No sabemos cómo la voz de Dios lo consoló, pero seguramente le hablaría por sueños, y por los hechos ya que todo lo que hacía prosperaba, aún en la cárcel donde ahora estaba; ya que el carcelero le entregó los presos a su cuidado.
Claro que aparentemente las cosas no marchaban bien para José, él trataba de cuidarse en hacer todas las cosas bien, aunque algunas le salían mal; sin embargo hay promesas que siempre debemos tener en mente, como lo que dice en Jeremías 10:23 “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.” Y que los planes de Dios son incomprensibles y sus caminos misteriosos.
Aunque para ese tiempo no había consejos escritos como los tenemos ahora, por medio de su Palabra; en ese tiempo solo Dios cuidaba e infundía esperanzas a José. Hoy día tenemos escritos que nos dan aliento, y nos aseguran que Él está con nosotros, en medio de las tormentas de este mundo; pero la situación del joven José era muy diferente. ¿Cómo podía José imaginar que por narrar los dos sueños que él tuvo provocaría el odio de sus hermanos hacia él? Y ¿Cómo podía saber, que el odio de sus hermanos hacia él lo pondría en el lugar donde se cumplirían esos sueños? ¿Y que ellos mismos fueron usados por Dios para ponerlo en Egipto, en cuyo sitio Dios premiaría su fidelidad y temor hacia Él?
Tampoco podía saber ni imaginar que la atracción desmedida de la mujer de su amo, lo conduciría a la cárcel donde estaban los presos del rey. Ni que Faraón mandaría allí a dos de sus servidores el copero y el panadero, y que ellos tuvieran simultáneamente un sueño, que él les interpretó. Y que el copero que estaba en contacto directo con el rey por estar encargado de servirle vino, sería el enlace para decirle al rey: que ellos dos estando en la cárcel tuvieron cada uno un sueño, y que Dios facultó al hebreo José para interpretar esos sueños. Los cuales se cumplieron exactamente como él los reveló, ya que el panadero fue ahorcado y él restablecido como copero.
Nunca José podía imaginar, que esas interpretaciones sirvieran para que el copero al ser restituido a su puesto, se acordara de él cuando el rey tuvo el sueño de las siete vacas gordas y las siete vacas flacas, y de las siete espigas llenas y hermosas y las siete espigas menudas y secas, cuyos sueños nadie podía interpretar. Por estar ahora el copero en su antiguo puesto cerca del rey, y viendo su angustia por el sueño, recordó lo acontecido con él y José en la cárcel.
De modo que le contó al rey del sueño que él tuvo estando allí, y de la correcta interpretación que le dio José; sugiriéndole luego que el joven hebreo que estaba en la cárcel, podía darle la interpretación del sueño que él tuvo. A todo esto, y con el deseo de obtener la interpretación del sueño ordenó que trajeran a José.
Realmente Dios es maravilloso, Él preparó todo a su debido tiempo moviendo todo como si fuera en un tablero de ajedrez, el odio de sus hermano, la caravana de ismaelitas, la esposa de Potifar, los sueños de los dos siervos del rey, dándole al Faraón ese sueño que nadie podía interpretar. Preparando todo para que lo llamaran para que le interpretara los sueños y dar así una solución a esa incógnita real, después de pasar por todas esas dificultades.
Viene a la mente ese pasaje de 1 Corintios 2.9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Así como José llegó ser el segundo en el reino, nosotros seremos coherederos de todo con Cristo.
José delante de Faraón para interpretar sus sueños.
Cuando José se presentó delante del rey, no podía imaginar que había llegado donde Dios lo quería. Para salvar su familia del hambre que se aproximaba en los venideros años, y donde se cumpliría los sueños que él tuvo anteriormente. Lo primero que honestamente aclaró, dando la gloria a Dios fue: Que el revelar sueños no dependía de él, sino, que sería el Dios de los cielos, el que daría la interpretación propicia al Rey. Esta actitud es digna de imitar, y entender que la gloria tiene que ser siempre de aquel que la merece y nunca tratar de ponernos delante de Dios, para atraer la mirada de los hombres hacia nosotros. La revelación de los sueños, y la actitud de José impactaron al rey tanto por lo rápido de la respuesta como por lo lógico de su interpretación.
Luego Dios puso en el corazón del rey, que viera en este joven su habilidad de resolver los problemas. Lo que seguramente impactó también a Potifar, fue su destreza en buscarle una solución a las cosas, para ponerlo sobre toda su casa, como lo notó el jefe de la cárcel, “que entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba”.
Rápidamente Faraón se dio cuenta de lo mismo, que él era el hombre que tenía el espíritu de Dios y que él manejaría el problema que se le acercaba de la mejor manera. Luego para confirmación de los pensamientos del rey, a parte de la revelación de los sueños, José se tomó la libertad de aconsejar al rey, sobre las medidas que tenía que tomar diciendo: “Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte
(Esto es el 20 %) la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia. Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo. Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.
“El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos, y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto”.
José puesto como gobernador de Egipto.
Para el rey no había duda alguna que él era el hombre idóneo y competente para encargarse de poner en marcha lo que se necesitaba para ese fin. No le pregunto dónde había estudiado, cuántos años de estudios había tenido, que experiencia administrativa tenía, cuantos años había trabajado etc. El rey vio que él estaba equipado de todo lo necesario para esa tarea al decir: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Dios lo había graduado y equipado con todo lo necesario y seguiría guiándolo.
¿Cómo se sentiría ahora Potifar, al enterarse que José era su jefe, si es que lo mandó a azotar sin darle la oportunidad de defenderse? Y ¿cómo se sentiría su esposa el enterarse que ahora “su obsesión amorosa” ya no era el esclavo manejable a su antojo, sino el segundo en el reino, y habiéndolo ella calumniado abiertamente delante de todos, podría ahora tomar venganza? Por supuesto que José estaba claro en su mente de todo lo que aconteció. Llegaría a la misma conclusión que manifestaría a sus hermanos cuando les dijo: “Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis a los egipcios. Ahora, pues, no os entristezcáis ni os pese haberme vendido acá, porque para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros. Conclusión esta, que absolutamente todos ellos, fueron instrumentos en las manos de Dios para que llegase a esa posición que ahora tenía; la venganza no tenía espacio en su vida, y de haber motivo no le concernía a él sino a Dios.
Al llegar a tan alto cargo y responsabilidad con la sabiduría que Dios lo dotó, nadie había en Egipto que pudiera competir con él, a tal punto que aparte de faraón también a sus siervos les pareció bien. Y faraón fue muy claro referente a José, cuando se quitó el anillo símbolo de autoridad y le dijo: “Yo soy faraón; pero sin ti nadie alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto, y le dio por mujer a Asenat”, hija de un sacerdote. Quedando así José al frente de toda la tierra de Egipto.
El inicio de los años de abundancia.
Durante los siete años en que José estuvo a cargo de los negocios de la nación de Egipto, hubo gran abundancia de todo alimento como Dios lo había revelado. Supuestamente su gran diligencia en desempeñar el cargo que Dios le proporcionó, lo tuvo tan ocupado que no halló tiempo ni de ir a ver cómo estaba su familia y si su padre aún vivía. La palabra da los detalles de este período diciendo: “Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante del faraón, el rey de Egipto; y salió José de delante del faraón y recorrió toda la tierra de Egipto. En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo en gran cantidad. Y él recogió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y almacenó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento de los campos de alrededor. Recogió José trigo como si fuera arena del mar; tanto que no se podía contar, porque era incalculable. Antes que llegara el primer año de hambre, le nacieron a José dos hijos, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. Llamó José al primogénito Manasés, porque dijo: «Dios me hizo olvidar todos mis sufrimientos, y a toda la casa de mi padre». Al segundo lo llamó Efraín, porque dijo: «Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción».
Se cumplieron así los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y comenzaron a llegar los siete años de hambre, como José había predicho. Hubo hambre en todos los países, pero en toda la tierra de Egipto había pan. Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó por pan al faraón. Y dijo el faraón a todos los egipcios: «Id a José, y haced lo que él os diga».Cuando el hambre se extendió por todo el país, abrió José todos los graneros donde estaba el trigo, y lo vendía a los egipcios, porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto. Y de todos los países venían a Egipto para comprar grano a José, porque por toda la tierra había crecido el hambre”.
Por supuesto que el hambre llegó también a Canaán donde residía la familia de José. Por tanto Jacob su padre habiendo oído que en Egipto había alimento dijo a sus hijos que fueran allí para comprar alimento. Parece ser que esta hambruna era un plan del enemigo para destruir la familia de Jacob, la formación de la nación de Israel, y por supuesto la venida a este mundo del redentor en la persona de Jesucristo. El hambre los habría matado así lo expuso Jacob a sus hijos diciendo: « ¿Por qué os estáis ahí mirando? Yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir y no muramos».
Los hermanos de José en busca de alimentos.
“Descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto. Pero Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos, porque dijo: «No sea que le acontezca algún desastre». Fueron, pues, los hijos de Israel entre los que iban a comprar, porque había hambre en la tierra de Canaán. José era el señor de la tierra, quien le vendía trigo a todo el mundo. Cuando llegaron los hermanos de José, se inclinaron a él rostro en tierra. José reconoció a sus hermanos en cuanto los vio; pero hizo como que no los conocía, y hablándoles ásperamente les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: —De la tierra de Canaán, para comprar alimentos”.
“Reconoció, pues, José a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron. Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: —Espías sois; para ver las regiones indefensas del país habéis venido. —No, señor nuestro—respondieron ellos—, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos. Todos nosotros somos hijos del mismo padre y somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías. Pero José les dijo: —No; para ver las regiones indefensas del país habéis venido. —Tus siervos somos doce hermanos—respondieron ellos—, hijos de un hombre en la tierra de Canaán. El menor está hoy con nuestro padre y el otro ha desaparecido”.
“Y José les dijo: —Eso es lo que os he dicho al afirmar que sois espías. En esto seréis probados: ¡Por vida del faraón, que no saldréis de aquí hasta que vuestro hermano menor venga! Enviad a uno de vosotros para que traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos. Vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, ¡por la vida del faraón, que sois espías! Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días. Al tercer día les dijo José:”
“—Haced esto y vivid: Yo temo a Dios. Si sois hombres honrados, uno de vuestros hermanos se quedará en la cárcel, mientras los demás vais a llevar el alimento para remediar el hambre de vuestra familia. Pero traeréis a vuestro hermano menor; así serán verificadas vuestras palabras y no moriréis. Ellos lo hicieron así, pero se decían el uno al otro: —Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba y no lo escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Entonces Rubén les respondió, diciendo: — ¿No os hablé yo y dije: “No pequéis contra el joven”? Pero no me escuchasteis; por eso ahora se nos demanda su sangre”.
“Ellos no sabían que José los entendía, porque este tenía un intérprete para hablar con ellos. Entonces se apartó José de su lado, y lloró; cuando volvió a ellos, les habló y, tomando de entre ellos a Simeón, lo apresó en su presencia. Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo y devolvieran el dinero a cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y que les dieran comida para el camino; así se hizo con ellos. Entonces pusieron ellos su trigo sobre sus asnos y se fueron de allí.”
Simeón retenido en la cárcel hasta que trajeran a Benjamín.
Como José entendía lo que conversaban, y ellos lo ignoraban, él tomaría esto como una confesión cosa que lo conmovió y se apartó para llorar pensando también; que si él estaba en ese lugar, y con esa posición que ahora tenía, era porque ellos fueron usados para ese propósito que beneficiaría a todos. Se supone que él sabía que Rubén y Judá no compartían que le hicieran daño, y quienes eran los más adversos y peleones entre ellos, razón por la cual escogió a Simeón para que quedara preso mientras los demás fueran a llevar alimento para sus familias y de vuelta trajeran a su hermano Benjamín. Porque Simeón era uno de los más conflictivos de ellos. Aún Jacob cuando da la bendición a sus hijos revela el carácter de su hijo Simeón diciendo: “Simeón y Leví son hermanos; Armas de iniquidad sus armas. En su consejo no entre mi alma, Ni mi espíritu se junte en su compañía. Porque en su furor mataron hombres, Y en su temeridad desjarretaron toros. Maldito su furor, que fue fiero; Y su ira, que fue dura. Yo los apartaré en Jacob, Y los esparciré en Israel”. A José lo que le interesaba era saber de Benjamín y de su padre, y usó esta astucia de dejar preso a uno de ellos, para que se vieran obligados a volver con el hermano de su madre Raquel.
Cuando regresaron a Canaán ellos contaron todo lo sucedido a Jacob su padre, el cual no estaba dispuesto a enviar a Benjamín con ello para Egipto. Pero la escases de alimentos y el hambre iban debilitando la decisión de no enviar a Benjamín; hasta que Judá lo convenció comprometiéndose con su padre que le devolvería a su hijo sano y salvo. El compromiso de Judá lo persuadió y dejó que Benjamín fuera con ellos.
Benjamín viene con sus hermanos a Egipto.
Cuando se presentaron de nuevo sus hermanos, José vio que Benjamín estaba con ellos, del contentamiento en verlo nuevamente, y manteniendo siempre su postura “de Jefe egipcio”, para no darse a conocer todavía. Sin hablar siquiera con ellos, manda a su mayordomo de llevarlos a todos a su casa, que preparara para que comieran con él a medio día y mandara a degollar una res para la ocasión.
Los hermanos cuando vieron que eran conducidos a casa de José tuvieron temor, no se explicaban esta actitud ya que ellos cumplieron con su parte con traer a Benjamín. Lo menos que podían esperar ahora, es que libraran a Simeón le vendieran nuevamente el trigo, si tenían que devolver la plata que encontraron en sus costales la devolvería y listo. No se explicaban ese traslado a la casa del Jefe de todo Egipto.
Pensando que era por la plata que les había sido devuelta en sus sacos, fueron rápidamente a hablar con el mayordomo manifestándole que habían encontrado el dinero de la compra anterior en sus costales, sin saber quién lo había puesto allí. Diciéndole que lo trajeron nuevamente con el otro dinero para la nueva compra. El mayordomo les dijo que estuvieran en paz, que él había recibido el dinero, y que no temieran que no había problema por eso, y sacó a Simeón a ellos. Allí se les dio agua, y lavaron sus pies, le dieron de comer a sus asnos y que esperaran el medio día porque comerían allí.
Seguramente esta situación los tenía incómodos, y temerosos, es lo mismo que pasa con muchos que a veces aún en medio de las bendiciones sus consciencia que los acusa no les deja disfrutar de esas bendiciones de Dios. Están en un estado de temor no pudiendo discernir lo que está aconteciendo. Cuando llegó José le entregaron el presente que había enviado Jacob, “y se inclinaron ante él hasta la tierra”. Luego de preguntarles como estaban, les preguntó por el padre de ellos si estaba bien y si vivía aún. A lo cual ellos respondieron: Bien le va a tu siervo nuestro padre aún vive. Con esto tenía una información completa de su familia aunque habían pasado casi veinte años todos seguían bien.
Luego aunque él sabía quién era, mirando hacia Benjamín pregunta: ¿Es éste vuestro hermano de quien me hablasteis? Seguramente tuvo un impulso de abrazarlo, pero se contuvo, todavía no quería revelárseles posiblemente no tenía idea de cuál era la mejor manera de hacerlo; a este punto se conmovió nuevamente se apartó rápidamente de ellos para llorar.
Lavado su rostro y conteniéndose salió nuevamente, y ordenó que se sirviera las mesas en tres grupos, para él aparte, luego para sus hermanos, y también en otro sitio para los egipcios que comían con él; ya que los egipcios no comen con los hebreos porque les es abominación. Pues fue así que comieron bebieron y se alegraron con él. No podemos llegar a saber que pensaban los hermanos de José de todo esto, ni como José quería manejar la situación, pareciera como que no quería todavía revelarse pero seguramente estaba pensando de quedarse con Benjamín, y revelársele a él primero.
La copa de José en el costal de Benjamín.
Fue así que planea diciéndole al mayordomo que llene los costales de estos varones de alimento de lo que ellos puedan llevar pero en el costal del menor pusiera la copa de plata con la cual él bebía. Cuando ellos iban camino de regreso y pensando en toda esa cosas extrañas que les hubiera acontecido, con ese extraño jefe egipcio por el trato que tuvieron. Pensarían: Venimos a comprar trigo y nos dan agua para lavar los pies, alimento para los asnos, un suculento almuerzo; como si el venir a comprar alimento a Egipto los favoreciera, y hacían todo eso para que volvieran. De repente esos gratos pensamientos fueron interrumpidos, al alcanzarlos el mayordomo con una mala noticia diciéndoles: ¿Por qué habéis vuelto mal por bien robando la copa de plata de mi señor? ellos por supuesto extrañados por este nuevo problema dijeron que eso era imposible, y estaban tan seguro que sentenciaron que en aquel en quien fuere hallada la copa, que muriera y que todos ellos serían siervos del señor de la casa.
El mayordomo respondió diciendo: aquel en quien se hallare la copa será mi siervo y los demás seréis libre. Fue así que buscaron en cada costal del mayor al menor y la copa fue hallada en el costal de Benjamín. Esto por supuesto indignó a todos ellos. No sabemos si fue por las cosas extrañas que estaban pasando o porque pensaron que Benjamín había provocado ese problema. Es de imaginar a Benjamín sabiendo de su inocencia defendiéndose al decir que no tenía culpa alguna sin embargo había la evidencia que manifestaba lo contrario.
Al regresar a la ciudad, Judá habló por todos y se postraron delante de él en tierra diciendo que no tenían como justificarse. Diciendo: Dios halló maldad en tus siervos, y sin pensar en las consecuencias de esa decisión el da la justa sentencia en su opinión diciendo: Nosotros somos siervos de mi señor y también aquel en cuyo poder fue hallada la copa. Como José había alcanzado su propósito de quedarse con su hermano, no aceptó la proposición de que todos ellos quedasen como siervos y escoge que sea solo Benjamín. Esto le creaba un problema a Judá ya que él se había comprometido personalmente con su padre acerca de cuidar y devolvérselo sano y salvo.
Judá intercede por Benjamín.
Entonces Judá se acercó a José, y después de relatarle toda la historia desde que llegaron la primera vez para comprar alimento, le informa de algo que José desconocía. Por tanto le dice, como usted dijo a tus siervos, que si no descendía con nosotros nuestro hermano menor, que no nos presentáramos para ver tu rostro. Cuando nuestro padre nos dijo que volviéramos le dijimos que no podíamos volver sin nuestro hermano menor. “Y él nos recordó que tuvo dos hijos de su mujer el uno pienso que fue despedazado y hasta ahora no lo he visto, si ahora le acontece algo a éste haréis descender mis canas con dolor al Seol”.
Ahora si vuelvo sin el joven como su vida está ligada a la vida de él, sucederá que al no ver al joven morirá; como tu siervo salió por fiador del joven con mi padre, diciendo: si no te lo vuelvo a traer, entonces yo seré el culpable ante mi padre para siempre. Te ruego por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del Joven por siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos. Porque ¿Cómo volveré yo a mi padre sin el Joven? No podre, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre. Frente a este mensaje de intercesión tan hermoso, sacrificándose el por su hermano, y por no ver el mal de su padre, es de imaginar que ya José no podía resistir el efecto de esas palabras. Judá trató de librarlo a él, y ahora defendía a Benjamín, merecía un abrazo por su bondad y comprensión hacia su padre. Ya José había llegado al colmo de su aguante ya no podía contenerse, en efecto mandó a salir a todos los que estaban con él quedando él solo con sus hermanos.
José se da a conocer a sus hermanos.
Génesis. 45.1-15 “No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos. Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón. Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación.
Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto. Daos prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas. Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes. Y allí te alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú y tu casa, y todo lo que tienes. He aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de mi hermano Benjamín, que mi boca os habla. Haréis, pues, saber a mi padre toda mi gloria en Egipto, y todo lo que habéis visto; y daos prisa, y traed a mi padre acá. Y se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre su cuello. Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos; y después sus hermanos hablaron con él”.
Bien por lo que respeta a la historia de José, luego de darse a conocer a sus hermanos, se cumplieron los sueños que él tuvo siendo jovencito, al arrodillarse sus hermanos delante de él, como los sueños que tuvo; prácticamente casi concluye esta hermosa historia llena de la misericordia y cuidados de Dios para los que le aman. Sin embargo como José es un tipo de Jesucristo antes de analizar las muchas coincidencias con la vida de Jesús se concluirá con el traslado de la familia de Jacob que descendió a Egipto y el encuentro de José con su padre.
Faraón se alegra y manda a que venga toda su familia.
Por supuesto que el lloro de José y sus hermanos fue tan grande que lo oyó también la casa de faraón, luego le llegó al rey la noticia que habían venido los hermanos de José. Esta noticia agradó no solamente a Faraón y también a sus siervos. Luego el rey dijo a José que cargaran lo que pudieran y tomaran a su Padre y sus familias y se vinieran a Egipto para darle lo mejor de Egipto. Luego dio la orden a José de facilitarles carros para los niños, las mujeres, y su padre y que no se preocuparan de sus enseres ya que la riqueza de Egipto sería de ellos.
Realmente este Rey del tiempo de José amaba a Dios y a José. No es de extrañar que hay dos naciones que aunque una de ellas (Egipto) se utiliza como símbolo de pecado y de este mundo, tiene reservadas para el futuro la bendición de Dios en efecto en Isaías 19.25 lo revela diciendo: “Porque Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad”. El asirio no se refiere a Siria, sino la que actualmente corresponde a la nación de Irak, en Mesopotamia donde Dios planto en el principio un huerto en Edén. Sobre estas tres naciones reposa la bendición de Dios aunque en la actualidad a igual que Israel ellas no han reconocido a Jesucristo.
Como tampoco es casualidad que de los grandes sueños, donde Dios tuvo a bien revelar sus planes y voluntad; uno se lo dio a Nabucodonosor rey de Asiria, cuya revelación fue dada al rey por su siervo Daniel, y el otro al Faraón del tiempo de José (se reseña que en ese tiempo los gobernantes eran “hiksos” en su mayoría de origen semita de allí su inclinación en honrar a José un compañero semita) el cual fue usado por Dios para darle al rey la revelación de ese importante sueño que fue para la preservación de todos y mayormente de la familia de Israel, de donde vendría el Mesías.
Por la expresión bíblica cuando le dijeron a Israel que José vivía, y era señor de toda la tierra de Egipto, que su corazón se afligió, porque no lo creía. Esto se podría interpretar de muchas maneras, una de ellas es que él pudo pensar al ver todas esas abundancias y carros; que sus hijos habían saqueado alguna ciudad y ese era el resultado del botín de guerra. Pero al oír minuciosamente el relato y la impresión de cada uno de ellos en especial la de Benjamín pudo venir a su mente ese día cuando regañó a José al relatar el sueño que había tenido, en el cual él había meditado que significado podía tener. Allí tenía la respuesta: ¡José gobernaría materialmente sobre la familia! Entonces Israel dijo: Basta; José vive todavía iré y le veré antes que muera. Ya no había más dudas ahora estaba claro, era el cumplimiento de ese sueño que su hijo tuvo; Dios se lo había revelado casi veinte años antes en ese sueño, que su familia se inclinaría ante él.
Dios le habla a Jacob en el camino a Egipto.
Fue así que saliendo para ir a Egipto llegó a Beerseba, en el mismo lugar donde anteriormente se había parado cuando salió hacia Harán para huir de Esaú. En ese sitio fue donde Dios le habló diciendo en Génesis 28.13 que la tierra donde él estaba en ese momento acostado se la daría a él y su descendencia. Ahora al llegar nuevamente a ese lugar mientras se dirigía hacia Egipto, Dios le vuelve a hablar en Génesis 46.1: “Salió Israel con todo lo que tenía, y vino a Beerseba, y ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob, Jacob. Y él respondió: Heme aquí, dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré volver; y la mano de José cerrará tus ojos”.
Encuentro de José con su padre Israel.
Llegó pues Israel a Egipto yendo directamente a la tierra de Gocen. Y José fue a recibir a su padre, al verlo lo abrazó y lloró largamente en su cuello. Habían pasado casi veinte años desde que lo envió para este propósito de preservación (aunque su padre lo envío para saber de sus hermanos) desde ese día desapareció de su vista mas no de su corazón. Salió de su vista con la mejor túnica que él le pudo dar, ahora lo vuelve a ver con el mejor vestido que su otro padre Dios le proporcionó. Lo más importante era que él vivía, Israel su padre le dijo: “ahora puedo morir, ya que he visto tu rostro”. He de imaginarse como Dios en su amor preparó todo, de una precaria condición de hambre para esa gran familia, en un momento cambia todo con este hijo amado por su padre y por supuesto de Dios para colocar a este grupo familiar en una tierra fértil y con abundante comida. Evitando así que murieran de hambre que seguramente era otro plan de Satanás, pero Dios se le adelantó preservándolos.
Luego José presentó a cinco de sus hermanos a Faraón y a su padre y el rey se mostró muy complacido que ellos vinieran; y dio órdenes de que se le diera de lo mejor de Egipto. Realmente este rey amaba a José y se complacía en que estuviera satisfecho tanto él como su familia.
Profecía de Jacob sobre sus hijos.
Cuando Israel estaba para cerrar sus ojos José llevó a sus dos hijos y al verlos dijo a José: No pensaba ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también tu descendencia. Llegando el momento de finalizar su peregrinar por este mundo Jacob reunió a sus hijos para declararles lo que Dios haría con ellos. Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros. Huntaos y oíd, hijos de Jacob, Y escuchad a vuestro padre Israel.
Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; Principal en dignidad, principal en poder. Impetuoso como las aguas, no serás el principal, Por cuanto subiste al lecho de tu padre; Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.
Simeón y Leví, son hermanos; Armas de iniquidad sus armas. En su consejo no entre mi alma, Ni mi espíritu se junte en su compañía. Porque en su furor mataron hombres, Y en su temeridad desjarretaron toros. Maldito su furor, que fue fiero; Y su ira, que fue dura. Yo los apartaré en Jacob, Y los esparciré en Israel.
Judá, te alabarán tus hermanos; Tu mano en la cerviz de tus enemigos; Los hijos de tu padre se inclinarán a ti. Cachorro de león, Judá; De la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, Así como león viejo: ¿quién lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos. Atando a la vid su pollino, Y a la cepa el hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto. Sus ojos, rojos del vino, Y sus dientes blancos de la leche.
Zabulón en puertos de mar habitará; Será para puerto de naves, Y su límite hasta Sidón.
Isacar, asno fuerte Que se recuesta entre los apriscos; Y vio que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa; Y bajó su hombro para llevar, Y sirvió en tributo.
Dan juzgará a su pueblo, Como una de las tribus de Israel. Será Dan serpiente junto al camino, Víbora junto a la senda, Que muerde los talones del caballo, Y hace caer hacia atrás al jinete. Tu salvación esperé, oh Jehová.
Gad, ejército lo acometerá; Mas él acometerá al fin El pan de Aser será substancioso Y él dará, deleites al rey.
Neftalí, cierva suelta, Que pronunciará dichos hermosos.
Rama fructífera es José, Rama fructífera junto a una fuente, Cuyos vástagos se extienden sobre el muro. Le causaron amargura, Le asaetearon, Y le aborrecieron los arqueros; Mas su arco se mantuvo poderoso, Y los brazos de sus manos se fortalecieron Por las manos del Fuerte de Jacob (Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel),
Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá Con bendiciones de los cielos de arriba, Con bendiciones del abismo que está abajo, Con bendiciones de los pechos y del vientre. Las bendiciones de tu padre Fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; Hasta el término de los collados eternos Serán sobre la cabeza de José, Y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos.
Benjamín es lobo arrebatador; A la mañana comerá la presa, Y a la tarde repartirá los despojos.
Muerte de Israel
Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada uno por su bendición los bendijo. Les mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo, en la cueva que está en el campo de Macpela, al oriente de Mamre en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura. Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea. La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het. Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus padres.
Resumen y simbología de la historia de José con Jesús
Como se mencionó anteriormente este maravilloso relato de José, no solamente es la historia de este joven, y de cómo Dios lo colocó sobre todo Egipto, sino que es un tipo de Jesucristo y de su historia en muchos aspectos. Claro que leyéndolo como una novela, no se pueden apreciar esas semejanzas con la vida de Jesucristo. Posiblemente los tipos que se mencionarán no sean todos, pero darán una idea para que cada uno profundice el estudio para que Dios le revele otros.
Comenzaremos con decir que José era amado de su padre y odiado por sus hermanos. En efecto también Jesús era amado por el padre, en el monte de la transfiguración, una voz de cielo dijo: “este es mi hijo amado en el cual tengo contentamiento”. En cuanto a sus hermanos está por demás recordar, que a los suyo vino, y los suyos no lo recibieron, solo un pequeño grupo lo recibió para amarlo; igual que Rubén y Judá, que no quería que mataran a José antes querían librarlo.
Al ser José enviado por su padre para ver a sus hermanos, dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. Cuando en un principio Dios vio la transgresión del hombre, sabía que no había manera que el hombre se pudiera redimir a sí mismo. Para su redención era necesario uno nacido sin pecado, entonces surgió la pregunta de quién iría. En Isaías 6.8 dice: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”. (Refiriéndose a Jesucristo que se ofreció.)
Así como José en obediencia al mandato de su padre va para averiguar de sus hermanos, Jesucristo enviado por su Padre se humanó y vino a buscar a sus hermanos. Los hermanos de José lo vendieron por veinte piezas de plata a los ismaelitas; también Jesús fue vendido por treinta piezas de plata por sus hermanos.
José fue tentado por la mujer de Potifar según dice la Palabra, que ella hablaba con él cada día, para estar con ella y él no la escuchaba. No sabemos por cuantos tipos de tentaciones tuvo que pasar Jesús, ya que el propósito de la palabra no era detallar su vida antes de iniciar su ministerio. Pero la palabra lo resume diciendo que él fue tentado en todo pero sin pecado, y por fe así lo creemos, como dice en Hebreos 4.15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Tenemos que entender que por ser humano, y saberlo el diablo, podemos estar seguros que fue el blanco satánico para todas clases de tentaciones. Y el caso de José y la mujer de Potifar bien puede ser un ejemplo de ese tipo de tentaciones.
Al decirle Faraón a José: “Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú.” Se nos quiere trasmitir que los dos serán iguales en todo, hasta se quitó el anillo y le confirió a él el poder que ese anillo representaba, con la excepción del trono. Esto nos trae a la mente lo que dijo Jesús refiriéndose a su padre en Juan 14:28… “Si me amarais, os regocijaríais de qué voy al Padre, porque el Padre es mayor que Yo.”
José fue puesto por Faraón y el consenso de su corte sobre todo Egipto, el rey se quitó el anillo símbolo de autoridad. En Gén 41:41 “Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto”.
De la misma madera Cristo después de su victoria fue exaltado por el Padre a lo sumo en Filipenses 2.10 dice: “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;” luego en Efesios. 1.20-23 dice: Esta fuerza operó en Cristo, resucitándolo de los muertos y sentándolo a su derecha en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad, poder y señorío y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero. Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
Luego el rey le dio a José por mujer a Asenat hija de Potifera. No podía ser un cuadro más completo al darle a José una esposa extranjera (tipo de la iglesia gentil). Como a Jesucristo que fue hecho cabeza de la iglesia.
Cuando José fue calumniado por la conspiración de la esposa de Potifar. Posiblemente su amo lo mandó a azotar e injustamente Y fue enviado como castigo a la cárcel. Allí se encontró con dos presos enviados por el rey, los cuales tuvieron un sueño. Al revelarle José el sueño a los dos, aconteció tal como él les había interpretado, en efecto el copero se salvó de la muerte y fue restituido a su puesto, en cambio el panadero a los tres días murió ahorcado.
Cuando Jesús fue apresado después de ser juzgado e injustamente azotado y condenado a muerte, al ser crucificado se encontró entre dos malhechores de los cuales uno halló gracia a los ojos de Dios, de poder decir a Jesús que se acordara de él al venir en su reino. Jesús al contestarle le prometió la vida al decirle: “hoy estarás conmigo en el paraíso” mientras el otro, que solo pensaba en librarse del castigo que estaba padeciendo, pereció por sus delitos y pecados al no acudir de corazón al dador de la vida.
Cuando los hermanos de José fueron la primera vez a Egipto para comprar alimentos ellos no lo reconocieron, no pudieron nunca imaginar que detrás de esa regia apariencia estuviera su hermano José. En esa ocasión él no se dio a conocer a sus hermanos. Ellos tenían en su mente aquel joven inofensivo que le quitaron la ropa y la tiñeron con la sangre de un cabrito. Igualmente Jesús no se dio a conocer a sus hermanos en su primera venida, y lo vieron como un débil y simple hombre siendo Dios.
Sin embargo en la segunda visita de sus hermanos estando con ellos Benjamín se cumplió el sueño que tuvo José, que once estrellas se inclinaban delante de él. Luego se dio a conocer a sus hermanos Pudiendo ellos contemplar su poder y gloria. Allí lloraron en parte por la sorpresa de reencontrarlo vivo y con gran poder, y por la otra por el mal que le habían hecho, no habiendo tenido misericordia de él cuando con la angustia de su alma les rogaba de no hacerle ningún daño. En el 45:5 les dice: “Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.” También Jesús fue enviado por el padre para salvar y dar vida a los que creen en Él.
Cuando Jesús se presentó por primera vez, a su pueblo Israel como hombre, y de la manera como lo había profetizado Isaías “sin atractivo para ser deseado por su aspecto”, no pudieron reconocerlo. Ni Él se dio a conocer. Nadie podía imaginar que detrás de esa simple apariencia del hijo del carpintero estuviese el Dios vivo, el creador del universo, el Padre Eterno. Cuando Él regrese por segunda vez toda rodilla se doblará delante de Él, y se dará a conocer a su pueblo y acontecerá como lo relata Zacarías 12.10 diciendo: Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán. Lo verán en todo su esplendor, como los hermanos vieron a José, en toda su Gloria. Así se presentará Jesús en toda su magnificencia y Gloria que el Padre le ha dado.
Para Israel su padre, José estaba muerto, para sus hermanos que lo habían vendido estaba desaparecido, sin embargo el seguía vivo. Aunque lo pusieron en el corazón de la tierra al echarlo en esa cisterna vacía, (la palabra no lo menciona pero no extrañaría que estuvo allí tres días como Jesús lo estuvo en el corazón de la tierra) Todo fue con un propósito de preservación, y dar vida no solamente a su familia, a sus hermanos que lo rechazaron, que podría simbólicamente representar al pueblo de Israel, sino también a los egipcios y otros pueblos, que representaría al pueblo gentil. Ya que Dios de un humilde joven; lo enalteció a lo sumo dándole todo el poder en Egipto.
Comparando la anterior exposición con Jesús, para algunos hebreos y judíos, Jesús murió y vinieron los discípulos y robaron su cuerpo; para otros él desapareció no sabiendo que fin tuvo, sin embargo aunque lo pusieron en el corazón de la tierra en esa tumba Él resucitó, salió de allí y vive para nuestra justificación y vida eterna. Y no solamente para su familia el pueblo de Israel, sino también para nosotros los gentiles. En Hechos 5.31 hablando de Jesús dice: “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Filipenses 2.9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”.
Se puede observar como Dios muchos años antes de enviar a su hijo al mundo, por medio de este relato, de José dio a conocer algunos detalles de cómo sus hermanos hebreos recibirían a Jesucristo; y así como Dios puso a José sobre todas las cosas en Egipto. Lo hará también con todos aquellos que le es dado creer, amar, recibir y confiar en Jesucristo. Dándole la potestad de ser hecho hijo de Dios, herederos de Él y coheredero con Cristo. A todo esto se quiere agregar, que no se puede toman en poco esta salud tan grande que nos ha sido dada, despreciando como Esaú por las lentejas de este mundo, ser coherederos con Cristo. Recordando siempre esto: que Dios nos ama con profundo amor, pero no dará por inocente al culpable. Juan 1.12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
Aggeo Palumbi diciembre 2011 revisado marzo 2015
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